Foto: J. O. Atkinson, D. D.
Notas para la historia de la iglesia evangélica
En el culto de la noche participó el alcalde, los consejales y líderes del pueblo.
Esta narración de su visita a la iglesia cristiana de Santa Isabel (frente a la plaza) es la parte XIII de su diario, que publicó el periódico de esa denominación en Ohio y cuya copia existe en la Biblioteca de Harvard.
La visita de hoy a nuestro lugar de predicación, al pastor, y al pueblo de Santa Isabel nos reveló mucho. Nosotros los cristianos, hemos dedicado un largo año buscando la solución, planificando y preparándonos para comenzar la construcción aquí de una iglesia para los cultos. Todavía estamos en eso, pero no hemos avanzado mucho. Aquí no hay un templo de iglesia, ni nada que se parezca. Somos dueños de un terreno, de cien por cien pies, justo al lado de la plaza de recreo. Este amplio y prominente sitio tiene una edificación más vieja que el Castillo del Morro, pero en muy mal estado. En esta prístina estructura de madera hay una sala de que tiene capacidad para unas cuarenta personas; si se portan bien y no se caen a través de los hoyos que hay en el piso. También, hay otros cuatro apartamentos que con mucha gentileza y generosidad e usando la imaginación, podríamos llamarles habitaciones. En estas habitaciones (?) se reúnen muchas clases bíblicas con tantos miembros como los que asisten los domingos.
Ellos tienen en este edificio una escuela dominical con sesenta y dos niños y veinticinco adultos. Mi convicción es que si estos alumnos, un domingo por la mañana, se recuestan al lado de este edificio no tendrían que ejercer una gran cantidad de fuerza al estilo de Samson para tirarlo sobre sí mismos. Ni tampoco creo que ellos, como Sansón, tendrían que «morir con los filisteos», en la caída de esta edificación. No sería sería una gran caída. Me dijeron que Miss Mishler, que vivió en una habitación de este notable edificio, ganó muchos niños y niñas para Cristo en las otras habitaciones que utilizaba, como lo siguen haciendo ahora, para sus reuniones religiosas.
Hay 1.400 personas en Santa Isabel (en el pueblo), la antigua Iglesia Católica esta bastante ruinosa, no tienen un sacerdote, ni servicios religiosos. La nuestra, es la única iglesia protestante, en varias millas alrededor de la ciudad. La ciudad y sus barrios nos han sido asignados a nosotros para alcanzarlos para Cristo y la Iglesia, y si no lo hacemos, nadie lo hará.
En nuestro lote aquí en Santa Isabel he encontrado un glorioso árbol llamado quenepa, también un gran viejo árbol silvestre de uvas que ellos llaman «Uva Silvestre», tres árboles de coco (que la tradición dice que Miss Mishler plantó con sus propias manos), un alto y densamente sombreado árbol de mangó, un arbol de Higuera (que da unas semillas tan grandes como calabazas), un hermoso árbol de pan y algunas palmeras datileras. De hecho, la única cosa torpe en este lote es el edificio que llamamos indebidamente nuestra capilla.
Del pueblo de Santa Isabel nos movilizamos a los barrios por medio del Ford de Barrett. No muy lejos pasamos un maizal. Se veía bien, verde y hermoso. El maíz era de aproximadamente seis pulgadas de alto, y lo estaban trabajando por primera vez. Con buena suerte este maíz estará listo para finales de diciembre. También pasamos por muchos campos de caña. Los hombres salían a arar con cuatro bueyes en el arado y ellos (los hombres no los bueyes) reciben como paga sesenta centavos de dólar por un día de su trabajo – cuando pueden conseguir trabajo. Cientos de personas están sin empleo por falta de trabajo y hay mucho sufrimiento. Aquí se siente más la depresión financiera que en los Estados Unidos.
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Fuente: Herald of Gospel Liberty