La necesidad espiritual fue una de las principales razones que dieron los habitantes del barrio de Coamo Abajo para solicitar la fundación del pueblo. Los residentes de las haciendas que se establecieron alrededor del puerto en el barrio Coamo Abajo en los siglos pasados tenían serias dificultades para participar de la experiencia de la fe.
Para el 1841 existía una pequeña casa de madera y tejamaní (tabla delgada que se coloca como teja en los techos de las casas) donde venía un cura de Coamo a celebrar misa y los santos oficios, pero a veces los caminos estaban tan afectados que pasaban semanas y meses sin que ningún sacerdote les visitara.
Para que el Gobernador autorizara la fundación del nuevo pueblo los vecinos se comprometían a construir los edificios públicos, entre ellos, el de la Iglesia Católica. Todos los edificios tardaron en construirse, pero el que más tardó fue el de la Iglesia Católica. Lo empezaron en 1870, después de haber prometido que lo construirían y luego tardaron 29 años en terminarlo (1899).
La obra de construcción fue afectada por la burocracia gubernamental, los huracanes, los temblores, alcaldes despreocupados, falta de fondos en el gobierno o localmente, robos de materiales, cambios en el gobierno español y, por último, la Guerra Hispanoamericana.
Sin embargo, después de la invasión norteamericana algunos de los cronistas norteamericanos que visitaron los pueblos de Puerto Rico y publicaron su descripción se referían a Santa Isabel como «un pequeño y aseado pueblo situado en la parte sur de Porto Rico, con finos jardines de flores mirando a la hermosa Iglesia Católica».
Solicitan préstamo
Las primeras gestiones pro-fondos comenzaron en 1859 cuando el alcalde José de la O. Ruiz pidió al gobernador un préstamo de 1.000 pesos que se exigían como depósito para construir la edificación. La idea no continuó prosperando a pesar de que cada día la pequeña iglesia se deterioraba.
Hambre y desolación
El 29 de octubre de 1867, y siendo alcalde Juan de la Cruz Cordero, que llegó de otro pueblo, un fuerte huracán que afectó grandemente a Santa Isabel destrozó la iglesia de madera.
Decenas de pobres perdieron sus bohíos y quedaron sin nada de comer o vestir. La iglesia de madera quedó en ruinas. Pasado el huracán el gobierno envió a Don Ángel María Corbacho para que hiciera un informe del pueblo.
El legado que motivó a muchos
El 1 de diciembre de 1867, un grupo de santa isabelinos dio su aportación en lo que calificamos la primera colecta pro-templo católico. Antes de esto, Don Pedro Carrasquillo, un comerciante local había dejado un legado con ese propósito.
Don Pedro Carrasquillo era dueño de la única fábrica de ladrillos del pueblo y dejó en manos de Luis Cianchini. su mayordomo, la cantidad de 1.934 escudos para la construcción del edificio de la iglesia. Ese dinero, una cantidad considerable para la época, fue entregado poco después de haberse iniciado el proyecto. La acción de este santa isabelino le dio impulso al proyecto y movió al Gobierno Municipal, al Estatal y a todos los vecinos para hacer realidad el sueño de un edificio seguro como casa de Dios.
En esta primera colecta se destacaron Don Nicolás Márquez, un contribuyente acaudalado que aunque no sabía leer ni escribir se caracterizaba por su espíritu generoso.
Donativos recibidos
Don Nicolás Márquez ………… $1,500.00
José María Colon I (en ladrillos) … $300.00
Esteban Canevaro Semoril …… $200.00
Don Gaspar Alomar. ….. $100.00
Antonio Vélez (en cal)… $100.00
Casiano Balbás ……. $75.00
Pedro Delpín …… $50.00
Coronel Ángel María de Corbacho,
(enviado del gobernador)…. $50.00
Fernando Álvarez …….. …… $30.00Escolástico Burgos. . ……….. $30.00
Luís Cianchini. . . …. $25.00
José García Paredes – cura párroco… $25.00
Pedro Questell ……. $25.00
Juan de la Cruz Cordero, alcalde. . . $25.00
José María Mattey …… $10.00
Juana Zayas …… $10.00
José R. Navarro, secretario . . . $5.00TOTAL RECAUDADO …….. $3,480.00
Recaudan más fondos
El alcalde Juan de la Cruz Cordero envío esta lista de lo recaudado, entre los mayores contribuyentes del pueblo, para agregarlo a los fondos para la construcción de la iglesia católica.
El proyecto de construcción ascendía a la suma de 22.563 escudos y recaudaron 6.962 escudos. Con esa carta el Alcalde Cordero pidió que se le otorgara a Santa Isabel una partida de presupuesto que tenía la Iglesia Católica en el país para construir iglesias en los pueblos.
Construir una iglesia no era fácil. Había que levantar los fondos y aunque el pueblo tenía varias haciendas, pequeños agricultores y algunos comerciantes no eran suficiente.
El municipio ya tenía en su poder 12.500 escudos donde ya se incluían los 1.934 que dejó en herencia Don Pedro Carrasquillo para la construcción.
El alcalde Cordero solicitó al gobierno de la Iglesia la asignación de 10.063 escudos, 751 milésimas de los 50.000 que tenían las Autoridades Eclesiásticas para esos fines.
Le contestaron que habían dos problemas.
- Que los planos del edificio realizados por Don Adolfo Runge no estaban aprobados por el Vice-real patrono.
- Que el gobierno estaba pasando por una situación difícil y no podían dar
dinero para obras de la iglesia.
El maestro de obras, Don Adolfo Runge, había cobrado solo 610 escudos por hacer los primeros planos del edificio a construir. El plano (véase adjunto) mostraba la intención original de cómo planeaban construir el templo. Obviamente durante las décadas de gestión de la construcción terminaron con otro plano. Al inspeccionar el proyecto, Obras Públicas dijo que les parecía que la proyección de los costos era muy baja y que antes de poner la primera piedra debían asegurarse de la resistencia del terreno.
El 20 de octubre de 1867, el gobierno aprobó la construcción pero a la misma vez denegó ayuda financiera con el argumento de que la construcción de la iglesia de San Francisco, en San Juan, y la de Cidra ya ocupaban su auspicio en ese año.
La Junta Municipal estaba compuesta por el alcalde, Juan de La Cruz Cordero; el secretario, José C. Navarro, y los vocales: Brito, Gaspar Alomar y Antonio Vélez. El síndico era Cabrera.
Listos para iniciar la obra
El plano con el que se construyó la Iglesia fue el realizado por el arquitecto Pedro Cobreros en 1870, uno mucho más sencillo y económico.
Algunas de las diferencias entre ambos planos fueron: En el plano de Runge habían dos torres con una cúpula cada una; la de la izquierda con una ventana mostrando el campanario, la derecha mostrando un reloj. En la de Cobreros las torres no tenían cúpula y la del lado izquierdo tenía dos ventanas (en vez de una) y la de la derecha tenía el hueco redondo aparentemente para un reloj que nunca se instaló. Esa torre con el reloj se cayó en el terremoto dle 1918 y fue susbstituída por una otra sin hueco para reloj. La fachada principal era más sencilla.
En 1870 el alcalde, Don Casiano Balbás, escribió al gobernador dándole un resumen de los recursos disponibles para la construcción y solicitando permiso para comenzar las obras.
Tenían en su poder 8.890 escudos y los 2.000 escudos legados por Don Pedro Carrasquillo para un total de 10.890 escudos. También contaban con otros donativos no recaudados de 6.954 que hacen un total de 17.854 escudos.
Balbás también dijo que el vecindario estaba bien animado y que algunos residentes habían ofrecido carros, bueyes, piedras, y hasta el trabajo personal para la obras.
El gobierno contestó que aunque los fondos son mixtos (del municipio y de los contribuyentes) hay que celebrar una subasta para la construcción.
La subasta fue señalada para el 1ro de agosto de 1870. El anuncio se publicó en el periódico del gobierno «La Gaceta» y se pusieron edictos en el pueblo.
El día cumbre de la subasta esperaron hasta las 8:00 de la noche y al no recibir ninguna oferta dieron por terminados los pasos requeridos por el gobierno. Inmediatamente lo comunicaron al gobernador solicitando que Obras Públicas se encargara de la construcción de la iglesia con los fondos del municipio y de los contribuyentes.
Los mayores contribuyentes fueron:
- Gaspar Alomar
- Pedro Juan Capó
- Ignacio Díaz
- Esteban Cannevaro
- Pedro Delpín
- Ovidio Colón
- Juan G.Cabrera
- Luis Cianchini
- Francisco Famanía
La Junta Municipal estaba compuesta por el alcalde, Don Casiano Baibás; el secretario, Julio Cano y Delgado, y los Vocales: Don José Luís Ibarra – Cura, José María Mattei y Calisto Colón. El Sindico era Lázaro Semoril.
La primera piedra y la cápsula para el futuro
El alcalde Casiano Balbás pidió en carta al Gobernador que se transfirieran las
fiestas del Santo Patrón, Santiago Apóstol, para el día en que se inauguraran las obras de la iglesia.
Habiéndose llenado los requisitos que exigía Obras Públicas, el Gobernador autorizó la inauguración de las obras, lo cual se hizo el siguiente día.
El 15 de agosto de 1870, a las cinco de la tarde, en un acto solemne se inauguraron las obras de construcción del edificio para albergar la Iglesia Católica.
La Junta Municipal, llena de satisfacción, aprobó por unanimidad que para constancia de los venideros siglos se colocara copia del Acta de la inauguración con la primera piedra.
Esta era una costumbre de la época. En algunos casos se ponía en la base donde se construirían uno de los campanarios. No sabemos dónde se enterró el Acta en Santa Isabel. Cuando se destruyó este templo para construir uno nuevo (1965) no tenemos información de que se haya encontrado dicha acta. Sin embargo, el alcalde mandó copia al Gobernador y ésta se encuentra intacta hoy en el Archivo General de Puerto Rico, ubicado en el viejo San Juan.
Componían el grupo de los que inauguraron la construcción:
Don Luís Ibarra – cura regente. Los Vocales: Don José María Mattey, Pedro Juan Capó y Calisto Colón. Los padrinos del proyecto: Don Lázaro Semoril,
Pedro Juan Capó, Gaspar Alomar y Don Francisco Famanía.
Primeras dificultades
Para iniciar la construcción sacaron del solar a un costo de 230 pesetas la vieja iglesia de madera que estaba en el lugar donde se construyó la nueva.
Después de haber iniciado la construcción comprobaron lo que ya le había dicho el gobierno: «los cálculos de costos de construcción estaban proyectados muy bajos». El hierro que se necesitaba para el techo costaba tres veces más de lo que habían previsto. Pero ese no era el único problema; posiblemente por el peso de la estructura planeada el terreno no lo iba a soportar.
Al excavar un metro para poner los cimientos encontraron una tierra arenosa muy floja y más abajo el terreno era arcilloso. Esto hizo desconfiar a muchos deteniéndose la construcción. Obras Publicas investigó y declaró que el subsuelo era consistente y prosiguieron las obras de construcción. El ingeniero propuso que se profundizara el cimiento treinta centímetros o más para mayor seguridad.
Ante todos los problemas que surgían cada día comenzaron a cambiar los planos del edificio. Por ejemplo, las ventanas de las torres y las laterales fueron cambiadas debido a la mala calidad de los ladrillos del país. Pero el trabajo no era permanente y hubo un período donde se detuvo por mucho tiempo debido a la falta de fondos.
Empeora el templo de madera
Para 1871, cuando el sacerdote era Jaime Agustín, las fuertes lluvias de la temporada de huracanes afectaron el techo de la iglesia que estaba construido de tejamaní.
Agustín escribió en noviembre al Gobernador quejándose de que se iban a perder los ornamentos que estaban dentro y que se lo había comunicado al Alcalde y no se resolvió nada.
Decía que la obra de la nueva iglesia llevaba paralizada dos meses y que si no se reparaba la iglesia de madera o se habilitaba una casa podría llegar el momento de suspenderse el santo oficio.
En ese mismo mes se aprobó que se unieran los 1.934 escudos (4.835 pesetas) que legó Don Pedro Carrasquillo para la construcción de la iglesia.
Reanudan obras
En abril de 1892 se decide continuar la obra y el gobierno escribe al Alcalde solicitando datos sobre el presupuesto que tiene el municipio para unirlo a los que tiene el gobierno (1.000 pesos) y continuar trabajando. El alcalde responde diciendo que habían 1.099 pesos y 31 centavos.
Se celebraron nuevamente subastas para continuar las obras con un presupuesto de 2.044 pesos y dos centavos. Por segunda vez, nadie apareció a licitar y el gobierno se vio obligado a continuar las obras.
Para agosto de ese año (1893) la Junta de Damas logró recaudar 1.837 escudos con 25 centavos y el municipio tenía 339 escudos con 63 centavos. Además, habían recibido las donaciones de cal y ladrillos. Para esa época era sacerdote Don José Auguera.
Detención de las obras genera protestaA principios del 1899, luego de la implantación del nuevo régimen administrativo por el gobierno de los Estados Unidos, se detuvieron las obras de construcción de la iglesia católica y esto indignó a los vecinos.
Se envió una carta firmada por el alcalde, Ovidio Colón; el juez, José Ruilán; el Presidente del Centro de Educación Popular, Esteban Canevaro; Manuel Martín Monserrate (farmacéutico); Federico Aponte y otros.
La iglesia estaba pintada en el exterior e interior. El enlozado alcanzaba más de la mitad del edificio y solo faltaban 500 pesos para terminarla. Como no había edificio, todavía las misas se realizaban en un pequeño bohío.
El nuevo gobierno norteamericano accedió y se reanudaron las labores que se habían detenido en el mes de mayo de 1898, con motivo de la Guerra Hispanoamericana. Al momento de la paralización de las obras sólo faltaban las puertas, persianas y los cristales de las ventanillas. Don Ovidio Colón continuaba luchando para que se terminara la construcción que llevaba ya 28 años.
Se roban cristales y ventanas
En el mes de noviembre de 1898 se solicitó que se entregaran los materiales que estaban en los almacenes de Obras Públicas para terminar la obra.
Algo terrible ocurrió retrasando de nuevo la inauguración de la iglesia. Las persianas y cristales que habían guardado en dicho almacén no aparecían. Estos materiales que habían sido construidos especialmente para esta iglesia desaparecieron misteriosamente.
Terminan la construcción
El Departamento de Obras Públicas hizo una concesión y por fin aparecieron los materiales. En Santa Isabel se nombró a Don José Ramos para recibirlos.
Fue en ese año 1899 cuando por fin y después de 29 años se terminó de construir la Iglesia Católica de Santa Isabel. En el 1918 las torres de la iglesia original se cayeron debido a un temblor de tierra y se reconstruyeron con un leve cambio, eliminando el hueco para reloj de la torre derecha.
Esta iglesia se utilizó por 66 años. En el 1965 debido a las pésimas condiciones del edificio se derrumbó la estructura, dejando sólo algunas paredes y se construyó el templo que ahora tenemos.
La nueva iglesia del 1965
Este edificio fue construido gracias a la labor de un grupo de ciudadanos que estuvo más de cuatro años realizando actividades para lograr los fondos. A diferencia de la experiencia del pasado en Santa Isabel ya no habían hacendados acaudalados, ni el gobierno tenía como responsabilidad la construcción de la iglesia católica. La nueva iglesia se construyó mayormente con las ofrendas de la gente de clase media y pobre, residentes del pueblo.
En el 1963, el reverendo padre Ernestino Laboy convocó a una reunión para discutir con los feligreses el estado de la vieja iglesia. Cuando llovía se mojaba adentro y, a veces, mientras se celebraban misas, algunos ladrillos se desprendían del techo, especialmente en la parte del altar.
La primera actividad fue una colecta casa por casa celebrada el 19 de julio de 1964, donde se obtuvieron $625.75. Luego con muchas otras actividades lograron recaudar $18.000.00. Cantidad que dio principio a las obras de reconstrucción.
Estimaban que el nuevo edificio costaría $44.500, sin incluir la verja, instalación eléctrica, altares y otros detalles.
Para definir el aspecto técnico y estético de la obra, el Comité Pro-reconstrucción solicitó la ayuda del Instituto de Cultura Puertorriqueña, que delegó en el arquitecto, Sr. López Tirado, para hacer los estudios correspondientes.
El 18 de agosto de 1965, el Sr. López Tirado rindió un informe al Párroco sobre las condiciones físicas y la necesidad de restauración. También ayudó en esto el arquitecto ponceño, Sr. Monsanto, autor de los planos y quien supervisó las obras. El contratista a cargo de las obras fue Barnes and Roig, lnc.
Al Padre Laboy le substituyó el Padre de origen español, Alfonso Gago Pérez, quien continuó luchando para lograr esta nueva edificación.
Al terminarse de construir la iglesia los costos fueron mayores. La obra costó sobre $54.000, de los cuales al momento de terminarse las obras, el activo comité había pagado $23.000. Posteriormente continuaron las actividades para pagar el balance del préstamo.
Componían el comité de re-construcción los siguientes ciudadanos:
Sr. Julio Meléndez, Presidente
Rvdo. Alfonso Gago Pérez, (cura), Tesorero
Srta. Irma Carrasquillo, Secretaria
Srta. Ana Matilde Peña
Srta. Poly Valentín
Srta. Vene Valentin
Srta. Damiana Torres
Sra. Ramonita de Robledo
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