Foto: Vapor El costanero
Transportarse entre Santa Isabel y San Juan a mediados del XIX era muy difícil. No habían carreteras adecuadas y los caminos eran muy peligrosos. Pero lo mismo ocurría en toda la isla.
Según la historiadora Haydée E. Reichard de Cancio, Historiadora oficial de Aguadilla, el Gobernador Primo de Rivera declaró en 1868: “aquí no hay vías de comunicación ni por mar ni por tierra. No tenemos siquiera un simple vapor con que poner en comunicación esta Capital con Cataño… y por tierra ¡Señores!… por tierra, antes de tratar de montar en carruaje a caballo, es necesario hacer testamento”.
Como no habían buenas carrtera algunos utilizaban la goleta para viajar a diferentes puertos de la isla. El escritor don Alejandro Tapia y Rivera comentaba que para los años de 1820-40 “para un viaje a Ponce… había que llevar lo mismo que para viajar por tierra, hasta los víveres… los colchones con ropa de cama eran cuenta del pasajero”.
Por real orden en abril de 1866, se pedía que “el Gobernador por medio de remate público, establezca el servicio de un vapor costanero, destinado a hacer viajes periódicos alrededor de la Isla.
El Costanero hacía dos viajes mensuales y tenía un itinerario fijo. La empresa se conocía bajo el nombre de Línea del Este y Línea del Oeste. La Línea del Este cubría desde la Capital hasta Santa Isabel, mientras La Línea del Oeste llegaba desde San Juan a Ponce por Arecibo
El costo del viaje variaba según la distancia y la clase. La etapa de Ponce a San Juan en primera clase tenía el costo de 21 pesos y 14 pesos en segunda clase.
El vapor costanero sirvió además de barco correo, llevando gratuitamente la correspondencia pública y privada entre los puertos.
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